Prácticamente desde su aparición y hasta nuestros días, la humanidad en su gran mayoría se ha inclinado por tener creencias religiosas y depositar su fe en un Ser Superior.
La religión (re-ligare, unión entre hombre y Dios) acompaña así la historia del hombre y marca su destino.
Incluso la oposición a una creencia encierra cierta religiosidad sobre el valor del hombre por sí mismo. El ateísmo fundamentado en la superación humana –y no el banal o destructivo- es altamente respetable.
No obstante la enorme cantidad de creyentes, existe por circunstancias culturales y nacionales, una diversidad en religiones. Cada vez, incluso, surgen más divisiones o ramificaciones dentro de una misma religión.
En la actualidad se gestan con mayor velocidad drásticos cambios en la moral, la economía, la política; mientras que la ciencia y la tecnología evolucionan meramente hacia satisfacciones materiales y encuentran obstáculos para los nuevos retos de la salud. El hombre en general busca reencontrar un camino más espiritual que le permita una vida más auténtica, armónica y feliz.
En diferentes ámbitos del mundo y por distintas vías, muchos hombres vuelven la mirada a lo religioso y a su reencuentro con Dios.
El reto es hallar el mejor camino y hacer un esfuerzo por la UNIDAD, en lugar de continuar con divisionismos.
A pesar de las diferencias entre las religiones, con un poco de humildad cada quien puede reconocer en todas ellas la vocación de JUSTICIA, AMOR y VERDAD que encierran, así como la aceptación de un DIOS o energía suprema al que debemos aspirar.
La presente es una propuesta a la reflexión, a dejarse sorprender por las convergencias que podemos hallar entre diferentes religiones. El camino pues es descubrir afinidades y evitar más divorcios.
El ideal es trabajar ahora –así sea una labor de siglos- en una tarea ecuménica y más allá, en una sola y GRAN RELIGIÖN que respete divergencias y refuerce las convergencias.
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